No os engañéis como lo hemos hecho durante muchos años y reconoced, al igual que hemos hecho nosotros, que sí, la depresión infantil existe, no es un mito. Y no os la vamos a negar, claro que es complicado pensar o entender que un niño puede tener depresión y normalmente esto ocurre porque los tenemos mimados, les damos todo aquello que piden y los cuidamos mejor que a nosotros mismos, pero lo cierto es que a veces, al igual que nos ocurre a los adultos, esto no es suficiente o no es realmente lo importante.
En este sentido, a lo largo de las siguientes líneas y con la ayuda de la psicopedagoga y orientadora Cristina Hormigos, os queremos dar algunos consejos, algunas sugerencias, que podéis llevar a cabo o poner en práctica con los más pequeños de la casa si detectáis algún comportamiento o situación que se pueda relacionarse con una depresión o un estado emocional o mental inestable. Y es que, como imagináis, ante estas situaciones, actuar con celeridad es más que importante para poder prevenir alguna conducta que pueda derivar en un problema familiar. En este sentido, aunque no queremos entrar en detalle, si que es importante que mencionemos que en muchos casos en los que no se ha llegado a tiempo, el joven o la joven ha intentado quitarse la vida y, como es lógico, no queremos ni mucho menos llegar a estos extremos, por lo que os invitamos a leer la siguiente lista de sugerencias ya que puede ayudar a los padres con los síntomas más comunes de la depresión en niños:
- Autoestima baja y tendencia por criticarse a sí mismo: elogia al niño frecuentemente con sinceridad, reforzando conductas concretas; acentúa lo positivo, de una manera comprensiva. Pon en tela de juicio las críticas del niño hacia sí mismo y señálale sus pensamientos negativos cuando ocurran, ayúdale también a integrar y aceptar sus propios errores e imperfecciones dentro de su autoconcepto.
- Culpabilidad: ayuda al niño a distinguir entre los acontecimientos que él puede controlar y los que están fuera de su alcance: ayúdalo a que comience a hablar positivamente de sí mismo.
- Estabilidad familiar: mantén una rutina y disminuye los cambios en asuntos familiares; coméntale acerca de los cambios con anticipación para reducir las preocupaciones.
- Desesperación e impotencia: pide al niño que escriba o hable de sus sentimientos y que anote sus pensamientos placenteros de tres a cuatro veces al día, para que éstos vayan aumentando en un período de cuatro a seis semanas.
- Pérdida de interés y tristeza: prepara una actividad interesante al día; planifica acontecimientos especiales; comenta temas agradables.
- Apetito y problemas de peso: no lo obligues a comer; prepara sus comidas favoritas; favorece que la hora de comer sea placentera.
- Dificultades para dormir: mantén un horario constante para dormir; participa junto con él en actividades relajantes como leer o escuchar música suave; termina el día con una nota positiva.
- Agitación e inquietud: cambia las actividades que causan agitación; enséñale al niño técnicas de respiración y relajación; un masaje puede ayudar; estimula el ejercicio y la recreación.
- Temores excesivos: reduce las situaciones que causan ansiedad e incertidumbre; apóyalo y tranquilízalo; acompáñalo a afrontar situaciones que causan miedo desproporcionado; la planificación puede reducir la incertidumbre.
- Comportamiento agresivo e ira: rechaza la conducta destructiva de una manera amable pero firme; da validez a sus emociones y estimula al niño a expresar sus sentimientos de ira apropiadamente; no reacciones con ira; se consistente en sus respuestas a la conducta inadecuada.
- Dificultad para pensar y para concentrarse: anima al niño a participar en juegos y actividades; trabaja con los maestros y los psicólogos escolares para promover el aprendizaje; adapta el entorno para facilitarle la concentración.
- Pensamientos suicidas: estate alerta a las señales de suicidio; busca ayuda profesional inmediatamente.
- Si la depresión persiste: consulta con el pediatra para que valore realizar una derivación al psicólogo clínico o al psiquiatra.
¿Qué tratamientos existen para la depresión en niños?
Si bien es cierto que vamos dando pasos adelante, lo cierto es que aún tenemos mucho por descubrir. No obstante, cuando los síntomas de depresión son persistentes y severos se debe buscar la ayuda de un profesional, generalmente un psicólogo clínico o un psiquiatra, aunque inicialmente se puede consultar al pediatra referente, para que nos ayude a tratar a los más pequeños de casa. Así, hoy en día, los tratamientos más utilizados son:
- Tratamientos psicológicos, como la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal o la terapia familiar.
- Tratamientos farmacológicos.
- Tratamientos combinados (fármacos y psicoterapia).