Los tratamientos contra la obesidad mejoran considerablemente la salud de los pacientes

La obesidad es una condición médica compleja que afecta a millones de personas en todo el mundo y que tiene profundas implicaciones para la salud física y mental. Los tratamientos contra la obesidad no solo se centran en la pérdida de peso, sino que tienen como objetivo principal mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de enfermedades asociadas. A través de un enfoque multidisciplinar, que puede incluir cambios en la alimentación, aumento de la actividad física, apoyo psicológico, medicación e incluso cirugía en casos severos, los tratamientos ayudan a restablecer el equilibrio del organismo y prevenir complicaciones a largo plazo.

Uno de los beneficios más evidentes de los tratamientos contra la obesidad es la mejora de los parámetros cardiovasculares. La reducción de peso contribuye a disminuir la presión arterial, los niveles de colesterol LDL (conocido como «malo») y los triglicéridos, al tiempo que suele aumentar el colesterol HDL («bueno»). Estos cambios reducen significativamente el riesgo de enfermedades del corazón, como infartos de miocardio o insuficiencia cardíaca. También se reduce la carga sobre el sistema circulatorio, lo que favorece un mejor funcionamiento del corazón y una menor probabilidad de desarrollar enfermedades vasculares periféricas.

Otro aspecto crucial es el impacto positivo en la regulación de la glucosa en sangre, puesto que muchas personas con sobrepeso desarrollan resistencia a la insulina, lo que puede desembocar en diabetes tipo 2. Los tratamientos efectivos ayudan a mejorar la sensibilidad a la insulina, controlar los niveles de glucosa y, en muchos casos, revertir los síntomas de la diabetes o retrasar su aparición. Esto no solo mejora la salud metabólica general, sino que también reduce la necesidad de medicamentos y el riesgo de complicaciones asociadas, como daños en los riñones, la vista o el sistema nervioso.

Además, perder peso gracias a un tratamiento adecuado puede aliviar significativamente problemas musculoesqueléticos, según nos cuenta la Dra. Josie Salloum de Biodent Clinic, quien además nos recuerda que las articulaciones, especialmente las de las rodillas, las caderas y la espalda, soportan una gran carga adicional en personas con obesidad, lo que con el tiempo puede provocar dolor crónico, artrosis y una movilidad reducida. Al disminuir el peso corporal, se reduce la presión sobre estas estructuras, se mejora la movilidad y se facilita una vida más activa, lo que a su vez contribuye al mantenimiento del peso perdido y al bienestar general.

Desde el punto de vista respiratorio, la pérdida de peso también puede ser determinante, puesto que muchas personas con obesidad sufren de apnea del sueño, una afección en la que la respiración se interrumpe repetidamente durante la noche. Esto no solo afecta la calidad del sueño, sino que también tiene implicaciones graves para la salud cardiovascular. Los tratamientos contra la obesidad, al reducir el exceso de tejido graso en el cuello y el abdomen, pueden mejorar significativamente esta condición, permitiendo un sueño más reparador y reduciendo el riesgo de problemas asociados como hipertensión o fatiga diurna.

El impacto psicológico también es profundo, ya que, aunque no siempre se hable de ello con la misma frecuencia que de las mejoras físicas, muchas personas con obesidad enfrentan ansiedad, depresión y baja autoestima debido a la estigmatización social y las limitaciones funcionales. Un tratamiento integral que no solo se centre en el cuerpo, sino también en el bienestar emocional, puede mejorar la autoestima, la imagen corporal y la relación de la persona con su entorno. Sentirse más capaz, con más energía y con un mayor control sobre la propia salud influye directamente en el estado de ánimo y la motivación.

¿Qué terapias alternativas también ayudan a tratar la obesidad?

Las terapias alternativas pueden complementar los tratamientos médicos tradicionales para la obesidad, ayudando a mejorar el bienestar general, reducir la ansiedad relacionada con la alimentación y fomentar hábitos saludables. Aunque por sí solas no suelen ser suficientes para lograr una pérdida de peso significativa, algunas de estas terapias pueden ser útiles como parte de un enfoque integral. Entre las más destacadas se encuentran:

  • Esta técnica de la medicina tradicional china consiste en la inserción de agujas finas en puntos específicos del cuerpo. Se ha propuesto que la acupuntura puede ayudar a regular el apetito, mejorar el metabolismo y reducir el estrés y la ansiedad, factores que influyen en la ganancia de peso. Algunos estudios sugieren efectos modestos, pero aún se necesita más evidencia científica sólida.
  • Mindfulness y meditación. La práctica del mindfulness, o atención plena, enseña a las personas a tomar conciencia de sus sensaciones físicas y emocionales, incluyendo las relacionadas con el hambre, la saciedad y el deseo de comer por ansiedad o aburrimiento. Al aprender a reconocer estos impulsos sin reaccionar de forma automática, se puede mejorar el control sobre la alimentación y desarrollar una relación más sana con la comida.
  • El yoga combina movimiento físico, respiración y concentración mental, y puede ser beneficioso para personas con obesidad tanto en lo físico como en lo emocional. Mejora la flexibilidad, la fuerza y la conciencia corporal, al tiempo que reduce el estrés. Algunos estilos suaves de yoga son accesibles incluso para personas con movilidad limitada, lo que lo convierte en una herramienta útil en etapas iniciales del tratamiento.
  • Fitoterapia (uso de plantas medicinales). Ciertas plantas se han utilizado tradicionalmente para ayudar a controlar el apetito o mejorar la digestión, como el té verde, el fucus o la garcinia cambogia. Sin embargo, su eficacia es limitada y pueden tener efectos secundarios o interactuar con medicamentos. Es fundamental consultar a un profesional de la salud antes de usar suplementos de este tipo.
  • Terapias conductuales alternativas. Técnicas como la hipnosis clínica o la programación neurolingüística (PNL) se utilizan en algunos casos para modificar patrones de comportamiento y creencias inconscientes relacionadas con la comida y el cuerpo. Aunque los resultados son variables y la evidencia científica aún es insuficiente, algunas personas reportan beneficios en cuanto a su motivación y control de impulsos.

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