A pesar de estar inmersos en el siglo XXI, la sociedad todavía no acaba de aceptar completamente el hecho de que existen padecimientos que afectan a la psique y que los mismos, pueden ser convenientemente tratados. Los avances en medicina han dado como resultado grandes logros en los que la salud mental respecta. Disciplinas como la psiquiatría, apoyada en los fármacos y la psicología, ayudándose de otra serie de terapias, son capaces de identificar, diagnosticar y tratar, un sinfín de trastornos mentales con éxito. Solo falta que todos tomemos conciencia real de que nuestra cabeza también puede sufrir daños reparables y no todas sus afectaciones, conllevan la locura.
Otras ramas de la medicina como la neurología o la neuropsicología, han hecho grandes aportes en los diferentes campos que atañen a la mente. Por otro lado, la industria farmacéutica, pone su granito de arena ayudando a que los tratamientos psicológicos, sean más eficaces, gracias a la química. Desde Farmacia San Félix 75, expertos en medicamentos, lógicamente, nos hablan de la finalidad de este tipo de medicamentos y su efectividad, entre otras cosas. La controversia, esta servida. Si son necesarios o no, es algo que debe decidirlo un profesional de la medicina. Los psicofármacos, son tan aclamados como repudiados, según a quien preguntes.
Los profesionales de la medicina psiquiátrica, evidentemente, son proclives a recetar psicofármacos para ayudar en el tratamiento de los trastornos mentales, así como ante síntomas evidentes de ansiedad y depresión. En función del tipo de trastorno y del paciente, deben tomarse las medidas y consideraciones necesarias para que el tratamiento psicológico sea eficaz, siempre apoyado en el tratamiento psiquiátrico y viceversa.
Lo que esta claro y en lo que debe existir unanimidad es en el hecho de que cualquier tipo de psicofármaco, debe ser prescrito por un médico facultado. En el resto de cuestiones, la polémica sigue existiendo, incluso dentro de los mismos profesionales. Sin embargo, se trata a todas luces, de un planteamiento tan erróneo como equivoco. Como ejemplo, tomemos una determinada tecnología aplicada a la cirugía, si se pregunta si se esta a favor o en contra de su uso, lo natural, sería explicar el problema médico, evaluarlo y valorar si es necesaria o no. En el caso de la psicofarmacología, sobre todo la moderna, se trata de una herramienta, a veces necesaria, de la que se sirven los profesionales, para abordar los, cada vez más, trastornos mentales.
Del mismo modo que se aplican técnicas y tecnologías para abordar todo tipo de problemas médicos, son las circunstancias concretas de cada caso las que determinen la necesidad y uso de las más adecuadas para cada paciente.
Los profesionales de la medicina psiquiátrica y la industria farmacéutica, consideran que, detrás del intenso debate, existen mitos, falsas creencias y errores que generan posturas enfrentadas. Entendamos primero que hacen los psicofármacos y decidamos después.
Psicofarmacología moderna
Hacia los años cincuenta del pasado siglo, nace la psicofarmacología moderna, de la mano de las sales de litio y los primeros antipsicóticos. Esta disciplina científica, empieza a desarrollarse de manera exponencial hasta la actualidad. Gracias a dichos avances y el desarrollo de numerosos tipos de medicamento, la psiquiatría moderna, dispone de un amplio abanico terapéutico en el que, la amplia gama de psicofármacos disponibles, ofrece, gracias a sus diferentes mecanismos de acción, la aplicación de tratamientos que se ajusten todo lo posible a las características, sintomatología y evolución de cada paciente.
Uno de los objetivos primordiales de este tipo de medicamentos, es aportar una técnica más, una herramienta para el tratamiento efectivo de los diferentes tipos de trastornos mentales, de manera que el paciente, pueda alcanzar el mejor estado posible y progresa de manera gradual y consistente, hacia su restablecimiento total.
En este sentido, los tratamientos farmacológicos, demuestran gran eficacia ante la disminución de la intensidad y duración de los síntomas, haciendo posible que las terapias psicológicas se lleven a cabo en aquellos casos en los que la activación mental es excesiva, regulando de manera temporal, esos procesos neurobiológicos implicados.
Evidentemente, en la actualidad, podemos encontrar numerosos estudios que demuestran ampliamente, la eficacia y utilidad de los psicofármacos en los tratamientos para los trastornos de la ansiedad, la depresión mayor y otra serie de problemas de índole emocional.
Por ejemplo, en el trastorno depresivo mayor, una adecuada combinación de tratamiento psicológico y psicofármacos, constituye la opción más eficaz. Para los casos en los que el paciente, presenta trastorno de la ansiedad, una combinación adecuada de ansiolíticos y antidepresivos, apoyando a la terapia psicológica, propician una recuperación en un alto porcentaje de los casos.
Ni que decir tiene que la prescripción de medicamentos para los trastornos mentales, requieren el seguimiento medico conveniente y adecuado para que cada paciente, disponga siempre de la información necesaria sobre todo lo relacionado con el mismo: desde los efectos secundarios que pueden darse, hasta la retirada de la medicación.
Uno de los grandes problemas que presentan los psicofármacos, reside en la automedicación. Si ya en cualquier tipo de medicamento, resulta relevante, en el caso de los psicofármacos, la preocupación es mayor, debido a los posibles efectos adversos que genera y al tipo de medicamento del que se trata.
A lo largo de los últimos tiempos, los profesionales de la psiquiatría y los propios farmacéuticos, han reparado en el uso indiscriminado y descontrolado que se ha hecho y hace, de los medicamentos. Si, como decimos, en otros medicamentos, se trata de un dato relevante, en este caso, se convierte en una conducta llamativa, mediante la cual, no solo se pone en riesgo la salud de quien los consume, sino que se desvincula el medicamento del tratamiento global y la estrategia de la que forma parte. En este sentido, se pierde su función como pilar, dentro de un conjunto de técnicas diseñadas para abordar y solucionar el problema. Un medicamento, no debe poseer el lugar central y único dentro del tratamiento de una enfermedad mental o un trastorno emocional, aunque en ocasiones, represente una de las herramientas esenciales.
El consumo indiscriminado, sin prescripción medica o a criterio personal, puede resultar peligroso para quien lo hace, siendo las consecuencias, en numerosos casos, irreparables.
Algunos mitos y falsas creencias
Como venimos comentando, existe un dilema en lo que a psicofármacos respecta. Si son necesarios y efectivos o por el contrario, se trata de medicamentos que solo anulan a quien los toma. Veamos algunas creencias erróneas que pueden haber sido la base de este dilema:
Existe una creencia errónea sobre que este tipo de medicamentos, son para personas que padecen trastornos graves o se encuentran muy desequilibrados. Sin embargo, cualquier persona, es susceptible de necesitarlos, con independencia de la gravedad de los síntomas.
No se trata de píldoras mágicas que generan felicidad instantánea. Una pastilla no soluciona los problemas.
Tampoco es cierto que los antidepresivos creen adición, solo aquellos ansiolíticos conocidos como benzodiacepinas, poseen un alto potencial adictivo. El periodo de retirada de los antidepresivos, se realiza de forma gradual para minimizar los efectos rebote.
Los remedios naturales funcional igual que los medicamentos, es otra de las ideas equivocas que pueblan nuestras mentes. En según que enfermedades, los remedios naturales pueden generar efectos adversos, aunque lo más habitual es que no tengan efecto.
Respecto a los antidepresivos, ni dejan al paciente grogui ni cambian su personalidad, ni engordan. Todo esto, va en función de la dosis y del paciente en cuestión. Frente al aumento del apetito que producen, basta con mantener las mismas cantidades en la dieta y procurar hacer ejercicio. Son muchos los medicamentos que cuentan en su lista de efectos secundarios con el aumento de sueño y de apetito, e incluso, cambios en el estado de ánimo y no se les hace campaña en contra. Al menos de manera tan abierta.
En cualquier caso, los medicamentos son algo que debemos tomar con tiento. Siempre bajo prescripción médica y en función de las pautas marcadas. Esta es la mejor manera de sacar el máximo partido a cualquier tipo de tratamiento, sin caer en errores o sufrir consecuencias indeseadas.
Respecto a los fármacos de los que se sirve la psiquiatría para tratar a los pacientes, a pesar de la controversia, hay que tomar conciencia de a lo que nos enfrentamos cuando hablamos de enfermedad mental. En primer lugar, no se trata de algo malo, si no de algo que pasa en nuestras cabezotas. Del mismo modo que nos rompemos un hueso, nos hacemos una herida os sufrimos un sinfín de patologías en nuestro organismo.
La mente se rompe, el cerebro también sufre sus desaires y nos hace pasar penurias. Puede ser debido a un golpe, un trauma o incluso algún problema fisiológico que desencadene algún patrón o síntoma psiquiátrico. Dejemos a un lado, los tabús, los estigmas de otro tiempo y olvidemos la vilipendiada palabra locura. Si echamos la vista atrás, hace siglos, una persona que sufría epilepsia, era catalogada como endemoniada y sufría atroces consecuencias. La medicina, descubrió que se trataba de una enfermedad causada por un fallo en las neuronas y hoy, su tratamiento, salva vidas. Lo mismo sucede con las enfermedades puramente mentales, a veces, tienen un origen fisiológico, a veces no, pero siempre, pueden tratarse y abordarse de diferentes formas.