En pleno siglo XXI, inexplicablemente, la salud mental sigue envuelta en un halo de tabú. Un asunto presente en nuestra sociedad y del que nadie quiere hablar. Sobre todo si afecta a uno mismo. Como veremos en este artículo, la salud mental es tan importante como la salud física y sus manifestaciones son más habituales de lo que nos imaginamos.
Cuando escuchamos el término enfermedad mental, enseguida lo asociamos con la palabra “loco”. Un adjetivo que designa a una persona potencialmente peligrosa y con la que no es aconsejable relacionarse. Cuando nos acercamos a un enfermo de este tipo, podemos adoptar una actitud paternalista, como si estuviéramos por encima de él. Un comportamiento que no es habitual si nos relacionamos con un enfermo de asma o con alguien que es propenso a sufrir cólicos nefríticos.
Los trastornos mentales están en el día a día. La psiquiatra Raquel Calles Marbán nos habla de la somatización. Padecimientos físicos que tienen origen en un desequilibrio mental no resuelto.
Por otro lado, el periódico económico Cinco Días señala que el 15% de las bajas laborales que se cogen en España están relacionadas con el estrés, la ansiedad y la depresión.
Hasta hace bien poco, la depresión se consideraba popularmente un estado de ánimo. Una tristeza prolongada. Cuando se ha demostrado que se trata de una peligrosa enfermedad que deja a la persona inoperativa. Ya no solo para que vaya a trabajar, sino para que realice las tareas más básicas de su vida cotidiana, como alimentarse, descansar o mantener una rutina de higiene personal.
Probablemente, el estilo de vida desenfrenado que llevamos en la actualidad, la atomización y la competitividad a la que nos somete la sociedad y la falta de comunicación interpersonal influyan en la proliferación de estas enfermedades. No me quiero detener en este aspecto. Lo que sí quiero señalar es que se trata de problemas bastante frecuentes a los que no debemos dar la espalda.
Trastornos mentales y enfermedad mental.
Padecer un problema mental no implica que suframos una enfermedad crónica irresoluble. Puede ser que padezcamos un trastorno transitorio motivado por determinadas circunstancias. Es importante, por tanto, diferenciar entre trastornos mentales y enfermedad mental.
La diferencia entre un trastorno mental transitorio y una enfermedad mental radica principalmente en la duración y la naturaleza de los síntomas. Ambos términos se utilizan en el ámbito de la psiquiatría para describir condiciones que afectan a la salud mental de una persona, pero se distinguen por su temporalidad y la intensidad de los síntomas.
Un trastorno mental transitorio se refiere a una condición psicológica que tiene una duración limitada en el tiempo. Los síntomas pueden surgir como respuesta a situaciones específicas de estrés, trauma o cambios en la vida de una persona. Aunque los síntomas pueden ser significativos, tienden a disminuir con el tiempo a medida que la persona se adapta o supera la situación desencadenante. Algunos ejemplos de trastornos mentales transitorios pueden ser reacciones agudas al estrés, trastornos de adaptación o episodios de ansiedad temporal.
Por otro lado, una enfermedad mental implica una condición persistente y crónica. Se caracteriza por la presencia de síntomas que afectan significativamente el pensamiento, el estado de ánimo, el comportamiento y la capacidad funcional a lo largo del tiempo. Las enfermedades mentales suelen ser de naturaleza más compleja y a menudo requieren intervención profesional a largo plazo, como terapia y, en algunos casos, medicación. Ejemplos comunes de enfermedades mentales son la depresión, la esquizofrenia, el trastorno bipolar y los trastornos de ansiedad crónica.
Por tanto, la principal diferencia entre un trastorno mental transitorio y una enfermedad mental es la duración y la persistencia de los síntomas. Los trastornos mentales transitorios tienden a ser de corta duración y están vinculados a circunstancias específicas, mientras que las enfermedades mentales son afecciones más persistentes que requieren una atención más continua. Ambos tipos de condiciones pueden afectar significativamente a la calidad de vida de una persona, y la comprensión de estas diferencias es crucial para un diagnóstico preciso y un tratamiento efectivo.
Principales trastornos mentales.
Algunos trastornos mentales vienen motivados por una contradicción en la vida de la persona, que no ha sabido resolver o gestionar y que se traduce en un desbarajuste se su estado mental y emocional. Otros, según señalan algunos psiquiatras, tienen un origen multi-causal. Estos son algunos de los principales trastornos mentales más habituales.
- Trastornos de ansiedad aguda: Es una respuesta intensa y temporal a situaciones estresantes. Puede incluir síntomas como palpitaciones, sudoración y sensación de asfixia. Generalmente es de corta duración y está vinculada a un período de estrés.
- Trastornos de adaptación: Se trata de una reacción emocional desproporcionada a eventos estresantes o cambios en la vida. Puede manifestarse como ansiedad, tristeza o problemas de comportamiento. Es relativamente breve, ya que tiende a disminuir a medida que la persona se adapta a la situación nueva.
- Trastorno por estrés agudo: Ocurre después de un evento traumático. Incluye síntomas como intrusión de recuerdos, evitación y aumento de la activación fisiológica. Los síntomas están presentes entre 3 días y 4 semanas después del hecho desencadenante.
- Episodios depresivos breves: Son periodos de tristeza, falta de interés y fatiga que duran menos de dos semanas. Son episodios limitados en el tiempo, a menudo relacionados con factores estresantes específicos.
- Trastorno somatomorfo temporal: Consisten en síntomas físicos sin explicación médica aparente, como dolores, molestias o síntomas neurológicos, que surgen en respuesta a estrés emocional. Tiende a remitir una vez que se aborda la causa emocional.
- Trastorno de pánico situacional: Son ataques de pánico inesperados en situaciones específicas, como viajar en avión o entrar en espacios cerrados. Están ligados a fobias que persisten de manera subconsciente en la persona.
Como hemos visto, estos trastornos son temporales, pero crean sufrimiento en la persona que los padece. Para afrontarlos, no podemos pensar en que desaparecerán con el tiempo o que debemos resignarnos a vivir con ellos. Buscar ayuda profesional para superarlos nos ayudará a tener una vida más agradable.
Principales enfermedades mentales.
La Organización Panamericana de la Salud (O.P.S.) señala que hay 350 millones de personas que sufren depresión. Solo en América Latina, esta enfermedad afecta al 5% de la población adulta. Seis de cada 10 enfermos no reciben ningún tratamiento.
Pensamos que alguien tiene depresión porque está tumbado en la cama y profundamente triste. Esta enfermedad puede persistir en el tiempo sin que le prestemos ninguna atención y desembocar en otras situaciones como trastornos alimentarios y autoagresión.
La depresión es una enfermedad mental que se caracteriza por una persistente sensación de tristeza, falta de interés o placer en actividades cotidianas, y una disminución general en el funcionamiento físico y mental. Los síntomas pueden incluir cambios en el apetito y el sueño, fatiga, dificultades de concentración y aparición de impulsos suicidas. La depresión puede afectar significativamente la calidad de vida y a menudo requiere intervención profesional, como terapia y, en algunos casos, medicación.
Otras enfermedades mentales habituales son:
- Trastornos de ansiedad: Bajo este epígrafe se incluyen trastornos como el trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico y fobias específicas. Se caracterizan por una preocupación excesiva y síntomas de ansiedad (nerviosismo, respiración acelerada, aumento del ritmo cardiaco, sudoración, etc.)
- Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC): Está marcado por pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos repetitivos que buscan aliviar la ansiedad.
- Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT): Se desarrolla después de experimentar o presenciar eventos traumáticos. Incluye síntomas como flashbacks, pesadillas y evitación de recordatorios del trauma.
- Trastornos de la alimentación: Incluyen anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón, que afectan los hábitos alimentarios, la imagen corporal y la salud física del enfermo.
- Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): Afecta la atención, la impulsividad y la hiperactividad, siendo más común en la infancia, pero sin olvidar que también puede persistir en la edad adulta. Varios estudios señalan que en España casi un 7% de los niños y adolescentes de nuestro país padecen esta enfermedad.
- Trastornos del sueño: El insomnio, la narcolepsia y el trastorno del sueño REM, también pueden ser considerados enfermedades mentales, si estas persisten en el tiempo. Su presencia afecta a la calidad de vida y al estado físico del paciente.
- Trastornos de personalidad: Incluyen trastorno límite de la personalidad, trastorno narcisista y trastorno paranoide, que afectan la forma en que una persona piensa, se comporta y se relaciona con los demás.
- Esquizofrenia: Es una enfermedad mental grave que afecta el pensamiento, las emociones y el comportamiento. Puede incluir alucinaciones, delirios y dificultades en la cognición. La esquizofrenia tiene múltiples factores de origen, incluyendo predisposición genética, desequilibrios neuroquímicos y factores ambientales, como el estrés o el consumo prolongado de ciertas sustancias estupefacientes.
- Trastorno bipolar: Está caracterizado por cambios extremos en el estado de ánimo, desde episodios de euforia o manía hasta períodos de depresión.
Para tener una vida sana debemos prestar tanta atención a nuestra salud física como a nuestra salud mental. En ocasiones, ambas están relacionadas. Por eso, debemos perder el miedo a acudir a un psiquiatra, un médico de salud mental, cuando lo necesitemos.