¿En qué casos es necesario sedar ante una intervención bucodental?

¡Prácticamente a nadie le gusta ir al dentista! Y a ningún médico, por lo general. De hecho, la mayoría de las personas exigen sedación o anestesia para poder soportar múltiples procedimientos, y en el sector bucodental no encontramos la excepción.

Es bien cierto que la mayoría de intervenciones bucodentales no suponen una cirugía mayor ni una operación en sí misma, y por eso la anestesia general no se considera muy útil en ciertos casos. Sin embargo, a pesar de que muchas intervenciones dentales sean más “leves” o menos “escandalosas” que una operación en sí misma, lo cierto es que no todos toleramos de la misma forma el dolor o la incomodidad, por lo que la sedación es algo que ciertas personas consideran necesario.

Además, algunas situaciones como la sensibilidad dental, o la acumulación en gran cantidad de sarro en los dientes, pueden requerir el uso de anestesia o sedación, aunque no esté bien visto por los dentistas (ya que suele ser un tratamiento menor).

Pero, ¿hasta qué punto podemos exigir una sedación, y en qué situaciones concretas? ¿Qué tipo de formas de sedación existen? ¿Pueden sedarnos, aunque la situación no lo requiera?

Vamos a conocer todas las respuestas a continuación.

Tipos de sedación en procedimientos bucodentales.

Para comenzar, debemos aclarar que existen varios tipos de sedación que se pueden utilizar en el ámbito bucodental, dependiendo de la complejidad del procedimiento y de las necesidades del paciente.

Los más comunes son 3, y consisten en lo siguiente:

  1. Sedación consciente.

Este tipo de sedación es el más comúnmente utilizado en odontología. Según la descripción de la clínica dental Clara Santos, este método consiste en administrar medicamentos que ayudan al paciente a desestresarse, sin perder completamente la consciencia. Se realiza a través de medicación oral o intravenosa y es ideal para pacientes que sienten ansiedad o miedo al dentista. Durante el procedimiento, el paciente sigue siendo capaz de responder a estímulos, pero se siente tranquilo y relajado.

  1. Sedación profunda.

En este caso, el paciente está al borde de la inconsciencia, aunque aún se le puede despertar con facilidad. Se utiliza en intervenciones más invasivas o en aquellos casos en los que la ansiedad del paciente es muy elevada. A diferencia de la sedación consciente, este tipo de sedación requiere una monitorización más cercana de las funciones vitales del paciente para asegurar su seguridad.

  1. Anestesia general.

Este es el nivel más profundo de sedación y se utiliza en muy pocas ocasiones en odontología. Bajo anestesia general, el paciente está completamente inconsciente y no tiene consciencia de lo que sucede a su alrededor. La anestesia general se usa en casos de cirugías dentales muy complejas o cuando el paciente presenta condiciones médicas que lo justifiquen. Al ser un proceso mucho más invasivo y con más riesgos, se realiza en un entorno hospitalario.

¿Cuándo es necesaria la sedación?

Es importante recordar que no todas las personas experimentan el dolor o la incomodidad de la misma manera. Por lo tanto, la decisión de utilizar sedación puede depender tanto del tipo de intervención como de la sensibilidad y ansiedad del paciente.

Por ejemplo, en procedimientos rutinarios como una limpieza profunda o la colocación de empastes, muchas personas no necesitan más que una anestesia local para adormecer la zona afectada. Sin embargo, en pacientes con sensibilidad dental elevada o aquellos que sufren ansiedad severa, la sedación puede ser una herramienta útil para garantizar que el tratamiento se realice sin contratiempos.

La extracción de muelas del juicio es un caso típico en el que la sedación puede considerarse necesaria. Estas extracciones, especialmente cuando las muelas están rotas o en posiciones complicadas, suelen requerir de una intervención quirúrgica que puede ser muy dolorosa y prolongada. En estas situaciones, es común que el odontólogo sugiera la sedación para que el paciente no sienta molestias y para facilitar el proceso.

Asimismo, en procedimientos más avanzados como la colocación de implantes dentales, donde se requiere perforar el hueso maxilar, la sedación también es frecuente. Estos procedimientos pueden ser largos y, aunque la anestesia local bloquea el dolor, la sensación de presión o el ruido de los instrumentos pueden resultar angustiantes para algunos pacientes.

¿Pueden sedarnos, aunque la situación no lo requiera?

En principio, los dentistas tienen la obligación de actuar en el mejor interés de sus pacientes, lo que significa que no deben aplicar tratamientos innecesarios o potencialmente peligrosos sin una justificación adecuada; y la sedación, aunque puede ser una herramienta útil, conlleva ciertos riesgos y no debe utilizarse de manera indiscriminada.

Sin embargo, la percepción de lo que es «necesario» o «no necesario» puede variar. Para algunos pacientes, la ansiedad extrema o la fobia al dentista puede hacer que incluso un procedimiento menor, como una limpieza o un empaste, sea emocionalmente insoportable. En estos casos, aunque desde un punto de vista técnico la intervención no requiera sedación, el dentista podría considerar el bienestar emocional del paciente como una razón válida para aplicar algún tipo de sedación suave o relajación.

Es importante tener en cuenta que, aunque la sedación puede ayudar a manejar el miedo y la ansiedad, también conlleva ciertos riesgos, como problemas respiratorios o reacciones adversas a los medicamentos. Por esta razón, es fundamental que el dentista evalúe a fondo el historial médico del paciente antes de administrar sedantes. Además, la decisión final sobre el uso de sedación debe ser tomada de manera conjunta entre el profesional y el paciente, asegurándose de que este último esté plenamente informado acerca de los posibles riesgos y sobre sus beneficios.

La ansiedad y el miedo al dentista.

La sedación no siempre está relacionada con la complejidad del procedimiento, sino también con el estado emocional del paciente. Muchas personas experimentan lo que se conoce como “fobia dental”, un miedo intenso que puede impedirles acudir al dentista incluso para revisiones o limpiezas rutinarias. En estos casos, la sedación se convierte en una herramienta indispensable para superar esa barrera emocional.

La ansiedad ante el dentista no es algo raro, y se estima que entre el 5% y el 10% de la población mundial sufre algún grado de fobia dental. Estas personas suelen evitar ir al dentista, lo que a largo plazo puede generar problemas mayores de salud bucodental, como caries avanzadas, enfermedad periodontal e incluso la pérdida de dientes. En estos casos, el uso de sedación puede no solo facilitar el tratamiento en una intervención específica, sino también motivar al paciente a seguir un cuidado dental más regular.

Además, para aquellos que ya han tenido experiencias traumáticas con el dentista, el simple hecho de sentarse en el sillón del dentista puede generar un nivel de estrés extremo. De modo, que en estos casos la sedación puede ser un recurso útil para cambiar la percepción del paciente sobre lo que significa ir al dentista, reduciendo su ansiedad y permitiendo que el tratamiento sea más llevadero.

Alternativas a la sedación.

Las alternativas a la sedación en los procedimientos bucodentales ofrecen una gama de opciones para aquellos pacientes que desean evitar los riesgos o efectos secundarios de los sedantes, o para quienes simplemente no requieren sedación completa para afrontar sus tratamientos. Estas alternativas permiten a los pacientes gestionar el dolor y la ansiedad de una manera mucho más efectiva.

  • Anestesia local.

Una de las alternativas más comunes es la anestesia local, que se utiliza en la mayoría de los procedimientos dentales. A través de una inyección o aplicación tópica, se adormece únicamente la zona a tratar, permitiendo que el paciente esté consciente y alerta durante el procedimiento sin experimentar dolor. Aunque no elimina la sensación de incomodidad que puede causar el uso de instrumentos dentales o la duración del procedimiento, la anestesia local sigue siendo una opción segura y eficiente para la mayoría de los pacientes.

  • Técnicas de relajación.

Otra opción que ha ganado popularidad es el uso de técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación o la visualización guiada. Estas técnicas ayudan a reducir el estrés y la ansiedad sin la necesidad de recurrir a sedantes. Antes y durante el procedimiento, el paciente puede practicar ejercicios de respiración controlada o concentrarse en pensamientos relajantes, lo que puede ayudar a que la experiencia sea mucho más llevadera.

  • Soluciones novedosas y tecnológicas.

En cuanto a opciones tecnológicas, el óxido nitroso, también conocido como «gas de la risa», es una alternativa cada vez más utilizada. Este gas, administrado a través de una mascarilla, tiene un efecto relajante sobre el paciente sin llegar a sedarlo completamente. A diferencia de otros tipos de sedación, el óxido nitroso permite al paciente estar consciente y en control de sus funciones, mientras que se siente relajado y despreocupado. Además, sus efectos desaparecen rápidamente tras retirar la mascarilla, lo que permite al paciente retomar sus actividades cotidianas con normalidad poco después del tratamiento.

  • Uso de realidad virtual.

Algunas clínicas están implementando la realidad virtual como una herramienta para distraer y relajar a los pacientes durante los procedimientos dentales; a través del uso de gafas de realidad virtual, los pacientes pueden sumergirse en entornos tranquilos o visualizar imágenes relajantes, lo que les ayuda a desconectar de la experiencia dental en sí misma.

Como has podido comprobar, solo está indicado usar la sedación en algunas ocasiones; sin embargo, este tipo de ayuda no tiene por qué acabar ahí. Para realizar algunos tratamientos, muchos pacientes necesitan la sedación para poder sentirse mejor y poder alcanzar el estado de relajación y bienestar.

Afortunadamente, la sedación no es la única forma de conseguirlo, como hemos mencionado. Así que no te preocupes si te da miedo el dentista ¡siempre habrá alguna forma que te ayude a encontrarte mejor!